Siempre me llena de ilusión
recibir encargos. La mayoría de las veces conozco directamente a la persona y
eso es un verdadero lujo. Me cuentan sus gustos, sus colores preferidos y sobre
todo que lo que me piden está acompañado de emoción porque es para personas que
quieren o para momentos especiales.
Por eso aquella noche cuando sentí que curioseaban entre mis
papeles me sorprendió que alguien tan importante estuviera allí.
Me explicó que necesitaba que le hiciera un
retrato y sobres de tamaño muy pequeño.
-
¿Tan pequeños? pensé yo.
Apenas podía entretenerse, viajaba mucho,
ahora aquí, mañana en París, Tokio o Pekín.
-¡Jesús! usted no para.
Deprisa me contó que sabía que en
cada visita, había alguien que le esperaba sin querer dormirse para verle.
-
¡Ah! ya entiendo lo del retrato.
Las cartas que escribe son de
agradecimiento, cada noche recoge un montón de ejemplares pero sólo algunos son
realmente valiosos, sabe de sus cuidados y limpieza y sobre todo valora mucho los
que encuentra debajo de la almohada.
Recibirás instrucciones, fue lo último que le oí decir y salió corriendo
con una pequeña bolsa en su mano.
¡Sr. Pérez, con tanta prisa se va
usted sin que le haga una foto!.
¿Foto?... no me hace falta para
hacer un buen retrato.
A partir de esa noche encuentro
sobre mi mesa con letra muy pequeña, un nombre de una persona, una ciudad y a
veces los años que tiene. He averiguado que cuando no hay edad no se trata de
niños, curioso ¿verdad?. Debe ser como dice una amiguita del cole de mi hija,
que el ratoncito Pérez es como dios, se cree en él o no se cree.
Gracias Berta por conceder el don
de la divinidad al ratoncito Pérez, a Eloy por llevarlo al cole , a Cris que ya
se casa y nunca ha dudado de su existencia….
Escribe un correo a littleclementina@gmail.com y el
ratoncito no se olvidará de ti.